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Cuentos/Narraciones y demas Historias.

Esta es una discusión para el tema Cuentos/Narraciones y demas Historias. en el foro Libros, bajo la categoría Temas de Interes General; Comentarios del Autor Hola, estimados lectores de este pequeño reducto de creación espontánea, casi impro. Bueno, pues hoy como que ...
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  1. #61
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    Predeterminado Re: Cuentos/Narraciones y demas Historias.

    Comentarios del Autor

    Hola, estimados lectores de este pequeño reducto de creación espontánea, casi impro. Bueno, pues hoy como que me he excedido un poco con el cuento este y es que es sólo la mitad o aproximadamente eso, en realidad la otra mitad podría ser más corta, depende de muchas cosas que no vienen al caso nombrar.

    En un primer momento pensé agruparla con "Serie de historias jaladas de los pelos", sí, ahora se llama así porque el anterior título, eh...no era incorrecto, sólo que se prestaba a malas interpretaciones. Es un mal chiste. Como decía, pensaba agruparla así; pero luego pensé en mejor hacer un cuento de Halloween (Por eso 29,30 y 31 de octubre), sí, algo de miedo; pero las ideas fueron apareciendo una tras otra y esto se acabó convirtiendo en ciencia ficción. Así que lo dejaré como un único cuento aparte.

    Como notarán me he basado, en parte, en el formato de serie de televisión estilo lost, con flashbacks y hasta un gran flashfoward que en realidad no lo parece. Bueno, espero terminarlo de la mejor manera. Lo considero un proyecto, tomaré este cuento en serio con la firme convicción de terminarlo. Porque, en primer lugar, no debí publicar algo a medias, lo cual quiere decir que no debería estar escribiendo esto.

    En fin...no es que tenga la historia incompleta, creo que tengo el esquema ya armado y hasta podría ir agregando un poco más, siempre y cuando esto no pierda lógica. De seguro notarán un par de vacíos en la historia, y es que eso se explicará luego.

    Eso es todo lo que tengo para decir y espero disfruten de la historia tanto como yo disfrute escribiéndola. (Esta última frase es un plagio; pero...no hay mejor manera de decirlo y es tan simple que la considero una frase universal y lo mejor es que es cierto)

    Por favor, disculpen las faltas ortográficas. Me falta mucho. ¡Ah! Este cuento aún no tiene nombre, ahora le pongo algo.


    Tres días y una vida en el cerro

    30 de Octubre

    - Mateo, ¿ya fuiste a ver como esta la tía? – pregunta la madre, algo preocupada. Observa al joven que acaba de subir por las escaleras que comunican al cerro con el resto del mundo.
    - No pude llegar. Había un grupo de gente, creo que eran de la banda del negro, nadie pasa por ahí…- responde él antes de perder el aliento, la subida es larga y tortuosa, el viento arrastra la arena que lo adorna todo, baña las casas y a la gente que sale de ellas. La mayoría de niños, aficionados a todo tipo de juegos con todo lo que se pueda jugar, siempre lucen polvorientos y sucios, acentuándose así el sentimiento a pobreza que llena los corazones de los resignados.
    - Ya que importa, anda busca a tu hermano y vayan al comedor. Si la vieja Marcia no les quiere dar me avisas.
    - Ya… - el joven vuelve por las escaleras y luego gira por una esquina hacia un camino salpicado de pequeñas piedras. Ha vivido con ella toda su corta vida, en la cual sólo se ha alejado del cerro cuatro veces, y esa mujer esta preocupada.
    A lo lejos se escuchan los gritos exaltados de los niños mientras juegan en un campo nivelado, el cual estaba destinado para un local del gobierno pero que nunca fue ocupado debido a la irreparable violencia de la zona. De cualquier forma, nadie hubiese querido venir a trabajar a tan alejado paraje, y tampoco por su gente, un cerro en la esquina de la ciudad, en medio del desierto y unos cuantos cadáveres, que antes fueran miserables, antes de ver mar. A propósito de los cadáveres, no sé si sería necesario mencionar la mejora respecto a su vida mundana, quizás no.
    - ¡Oe Patricio! – grita al distinguirlo entre los niños que juegan -. ¡Vamos a comer!
    Al parecer esta alentadora frase caló hondo en las mentes de los niños, despertando viejos instintos, muy pronto todos se encuentran enrumbando hacia el mismo lugar a donde van el joven y su hermano.
    - ¿Mati? – el niño mira a su hermano mayor.
    - ¿Qué pasa? – responde Mateo, el joven.
    - ¿No has visto a Fredo?
    - No sé, creo que me seguía cuando baje a buscar a la tía, tal vez se quedó abajo…
    - ¿Y si se lo agarró el negro?
    - ¿Para qué se lo agarraría el negro? Que yo sepa sólo come gatos, además, el perro es casi un esqueleto – responde Mateo.
    - Mati, anda a buscarlo.
    - No jodas.
    Mati no soporta estos arranques de su hermano menor. No porque sean caprichos de criatura, es debido al miedo que le producen estas obsesiones.
    - Tienes que ir, Mati. Si no vas, algo muy malo pasará.
    Patricio señala hacía abajo, las faldas del cerro, más allá la planicie y donde se supone se debería encontrar Fredo. Luego señala la ladera y mira a Mati a los ojos. Finalmente gira la mirada hacia la humareda que desprende el basural.
    - Ya…- acepta Mateo.

    29 de Octubre

    - Viejo, hoy sorprendí al hijo de la Diana robando en la bodega – comentó la mujer.
    - ¿Y? – responde el marido indiferente mientras sorbe lo que queda de su sopa.
    - Que hay que hacer algo pe – dijo, luego de meditarlo unos segundos -, esa vieja siempre manda a su chibolo a robarnos y no sé que espera que hagamos.
    - Anda reclámale mañana.
    - ¿Y tú por qué no vas?
    - Yo trabajo todos los días para mantenerte y a tus hijos, anda reclámale tú que estás acá todo el día. Haz eso al menos – el hombre cogió un pan y se lo llevó a la boca, luego se paró y se recostó en la cama que se encontraba en la misma habitación, la única habitación.
    - Pero tú eres el hombre de la casa – usa uno de sus últimos argumentos.
    - Y tú la mujer – el hombre pretende lucir su inteligencia -. Ahora déjame en paz. Voy a descansar.
    - Burro…
    - ¡No me digas Burro caraj*! – interrumpe el hombre. Es el apodo que tanto odia y desafortunadamente, Burro, es el nombre con el que te conocerán.

    30 de Octubre

    - Ma, voy a salir a buscar al perro, luego regreso – solicita Mateo.
    - Deja a ese perro, ya volverá. Mejor anda trata de encontrar a la tía, dile lo que ya sabes – ordena la madre.
    - Ya, no tardo.
    Igual voy para ese lado, piensa Mateo mientras baja por las escaleras de piedra. Recuerda la vez en que una de esas piedras se zafó y le hizo tropezar, rodó cuesta abajo unos metros y casi se rompe la cabeza, ahora tiene más cuidado.
    Finalmente, luego de un nervioso descenso, llega abajo. Siguen ahí los maleantes, nadie pasa. Lo piensa un rato y recuerda que hay otro lugar a donde van los perros, aunque está un poco lejos y no es propio de los perros de esta zona, piensa que tal vez Fredo este ahí, enrumba hacía allá. Es imposible que esté allá, piensa. Subiendo el cerro, antes de llegar a la pampa, el lugar donde la gente bota su basura, allá donde casi nunca va por ser zona de drogadictos, basura en fin. Caminar una hora por la falda del cerro y luego subir hacia donde el olor se hace más fuerte, hacia la pestilencia, un camino más para un hombre joven; pero viejo de corazón.

    Mientras tanto, atardecía ya en la casa de Mateo.
    - ¡Vieja Nora, vieja e’ mierd*! – alguien grita fuera de la casa.
    Sale la madre, Nora, visiblemente perturbada, observa a la gente que se ha plantado frente a su casa. Patricio está junto a ella, al borde de las lágrimas.
    - ¿Así que mi chibolo es ratero, que yo lo mando a robar no? – reclama la mujer, lleva un cuchillo en la mano. Sus acompañantes también llevan armas: cuchillos, revólveres y palos. Se puede identificar a algunos como criminales sólo con mirarlos. La mujer se acerca a Nora. Algunos vecinos miran a través sus ventanas, tienen miedo.
    Nora sabe que perdió; pero tal vez pueda salvar algo.
    - ¡Corre Patricio! – empuja al niño que, gracias a la experiencia que da la vida en el cerro, sabe que debe correr lo más rápido posible hacia donde sea, disparado por el camino de tierra, y luego abajo a encontrar al Mateo.
    - ¡Agárralo Pacho! Sácale su mierda – ordena la mujer. Inmediatamente uno de los hombres sale corriendo tras el niño.
    - Por favor Marcia…- Nora se prepara a implorar por su vida y la de su hijo.

    Mateo llega al basural, ya atardece, trepa a una gran roca y observa con esa mejor perspectiva el paisaje. A unas decenas de metros de él, entre unos montones de basura, está un grupo de perros. A medida que se va acercando logra escuchar los ladridos, luego, el ruido que producen al arañar la tierra, nota que los perros están alrededor de algo que no puede distinguir, se mueven de un lado para otro. Los espanta lanzando piedras y gritando, se acerca.
    Es un agujero circular como de dos metros de diámetro cuyo fondo no logra ver por la poca luz que a esas horas provee el sol. Se asoma un poco más y ve una forma moviéndose, casi imperceptible. Mateo sabe quien es.
    - ¡Fredo! – llama al animal. El perro ladra, un eco se pierde en el ambiente, al parecer hay alguna especie de cueva allá abajo.
    - Put*madr* Fredo – reclama, luego piensa: “¿ahora cómo hago para sacarte?”
    Un gran estruendo interrumpe a Mateo, él voltea asustado, no puede mantenerse en pie, la tierra tiembla. Inmediatamente se aleja del agujero el cual parece estar expandiéndose. Corre hacía la pendiente del cerro, tropieza reiteradamente. Una polvareda se ha levantado sobre todas las casas, las personas corren despavoridas, se pierden en las sombras del día que termina. La tierra sigue temblando, se sostiene de una roca grande para no caerse. Algunas casas se hunden en el cerro, otras son levantadas como si algo las empujara desde sus cimientos. Mateo logra distinguir personas luchando por no caer en los agujeros que se abren por todos lados. Intenta encontrar su casa; pero la polvareda se hace más espera cada vez. Gira hacia el agujero, el perro ladra. Se abren más agujeros y la basura cae en ellos. Otro gran estruendo, de uno de los agujeros la basura sale despedida hacia el cielo, luego empieza a caer como una copiosa lluvia. Mateo espera que se calme la tierra para bajar. No hay señales del perro.

    30 de Octubre
    Hacía el medio día…

    - Eh…Dingo – el ingeniero llama a uno de los trabajadores -. Toma a dos de los peones cargadores y llévatelos al cerro Victoria, a la falda este, donde estaba el edificio de la EPA…
    - Al momento ingeniero – interrumpe el empleado.
    - ¿Al momento qué, Dingo? – pregunta el ingeniero.
    - Pues…
    - Vas a ir y a excavar en el lugar que está marcado en el plano que te voy a dar. Encontrarás una caja sellada, tal vez ya esté abierta, tal vez la hayas roto excavando, dentro estará una manija, la giras y nada más. ¿Entendiste?
    - Por supuesto ingeniero – acepta Dingo. Le estrecha la mano al ingeniero y se despide.
    Rápidamente se dirige hacia un grupo de peones que descansa -, Manolo y Burro, vengan conmigo. Burro, anda pídele la llave de la camioneta a Benítez. Vamos a ir al cerro, allá por donde vives.
    Burro no se muestra muy complacido con este anuncio. Mientras Manolo, alto y corpulento, se dirige a llenar las botellas de agua que de seguro necesitarían.
    El cerro no presenta mayores cambios en la zona de las instalaciones EPA abandonadas, excepto por el hecho de que muy pocas casas se erigen por el lugar. Algunos rumores han alejado a posibles pobladores, además de que las instalaciones abandonadas son lugar de escondite para maleantes de todo tipo. Fue por eso que Manolo, aparte de unas botellas, lleva consigo un revolver de seis tiros.
    Bajaron de la camioneta y lo primero que notaron fue que la reja estaba con el candado roto, nada que no hubiesen imaginado. Luego de un rato, Dingo, finalmente encuentra el lugar y empiezan a cavar; pero no sería una caja lo que encontrarían, mucho menos una manija que girar.

    31 de Octubre

    - ¿Qué cree que sea? – pregunta el hombre, mientras una sensación de entre miedo y exaltación lo incita a pisar más el acelerador.
    - Lo que dijo el capitán, supongo. Que se cayó el cerro y mucha gente quedó enterrada – responde Angela.
    - Entonces sólo enviarían ambulancias, paramédicos o bomberos o algo para rescatar a las personas. No veo motivo para enviarnos a nosotros.
    - Imagino que algo más debe estar pasando – dice ella.
    - Espero que sea algo grande. ¿Usted no teniente? – agrega él.
    - Pues yo, Dani, espero regresar a casa por la tarde con la satisfacción de haber realizado bien mi trabajo – responde Angela.
    - Alguna vez tuve tu mismo entusiasmo, Dani – una voz se cuela en la cabina por la pequeña rendija que la separa de la parte trasera del vehículo porta tropa.
    - Nunca pierdes la oportunidad, Rómulo – dice Dani. Fija su mirada en el camino y pisa un poco más el acelerador.
    La pequeña conversación le hizo perder un poco de terreno y ahora el vehículo que le sigue delante en la caravana se ha alejado.
    Angela tiene la mirada perdida, aparentemente fija en el camino. No quiere preocupar a su compañero, trata de fingir una leve sonrisa en su rostro. Luego coge el casco negro y lo acomoda en su cabeza, trata de que su cabello no estorbe. Recuerda que debía haberlo hecho cortar esta mañana; pero el trabajo se adelantó, y es que la inactividad de estas últimas semanas no presagiaba la serie de acontecimientos que se sucedieron tan repentinamente. Toma las gafas para desierto y las sujeta al casco. Da un suspiro, “Así es perfecto”, piensa. Sonríe.
    - ¿Alcanzas a ver las luces tras esa elevación de tierra? – le pregunta a Dani.
    - Claro que sí – responde él.
    - Estaremos allí antes de que amanezca – comenta Angela, mientras que Dani se prepara para decir algo…
    - Eh Dani, enciende la radio para saber de que se está enterando la gente – pide uno de los hombres de atrás. Dani accede al pedido. Angela se pierde otra vez en el paisaje -. Esos periodistas siempre me sorprenden, a veces terminan sabiendo mucho más que nosotros.
    - Es su trabajo, el nuestro es atrapar a los malos – agrega Rómulo.
    “La cifra de muertos no es exacta; pero fuentes muy confiables refieren que pueden estar por encima de los cuatrocientos. Mientras tanto el acceso a la zona sigue bloqueado para la prensa, en este momento enlazaremos con uno de nuestros corresponsales. Adelante Alberto”
    “(Estática) Aquí Alberto, hemos logrado acercarnos lo más posible a la zona, hay muchos guardias rodeando lugar, prácticamente nos hemos escabullido y arrastrado para llegar, Enrique. A pesar de estar casi a oscuras, desde esta distancia alcanzo a ver algo, y el panorama es desolador. Casi todo está destruido, o en ruinas o ya no existe, el lugar es un mar de escombros, logro distinguir algunas luces entre todo ese desorden. Aparentemente hay gente viva…pero un momento, creo que distingo agujeros en el lugar y…sí Enrique, son agujeros y creo que intentaré acercarme un poco más, creo que escucho gritos. Ven Alex, lleva el micrófono más para allá. Escúchenlo ustedes mismos.”
    - Se oyen como quejidos o pedidos de ayuda – dice uno de los hombres de atrás.
    - Los agujeros me preocupan – agrega Rómulo.
    - Ese periodista…ummm…realmente, no debería estar allí – piensa en voz alta, Angela. Luego se hunde en sus reflexiones…
    “(Estática) No sé si nuestros oyentes logren distinguir bien; pero esto no se oye como…digo, aún desde esta distancia, acá está pasando algo extraño, puedo confirmarlo. Atención…(Estática) Enrique, creo que perdemos (Estática)…pero qué (Estática)”
    “Creo que hemos perdido la comunicación con nuestro corresponsal…”
    Angela apaga la radio.
    - Dani, ¿dónde pusiste el comunicador? – pide.
    En un primer momento Dani no responde al pedido, se encuentra viendo el camino con la boca entreabierta, luego reacciona.
    - ¿El cifrado? Eh…debajo de su asiento – responde Dani.
    - ¿Teniente Sybilli? – pregunta uno de los hombres de atrás.
    Angela Sybilli enciende el comunicador y por unos instantes no se escucha más que estática. Luego hace algunos movimientos en el aparato, parece que ya hay señal; pero…
    - Líder “Equipo Eco-1” a nave guía, operación “Sol Radiante”, clave “pasivos”. Cambio – solicita Angela.
    - Por favor, alguien…corresponsal radio fusión…ayuda por favor… – la comunicación se interrumpe. El hombre está agitado.
    Lo duda por un momento, luego entiende; mas no cómo la señal civil se coló en el canal cerrado del ejército.
    - Somos un equipo especial del ejército – explica ella -, necesito su posición exacta. Cambio.
    - No sé…yo sólo…¿eh?...- se interrumpe.
    - ¿Qué está pasando allá? Cambio.
    Luego de unos segundos.
    - No lo sé…- luego, un grito entrecortado, más interferencia.
    - ¿Qué está pasando dónde, teniente Sybilli? Cambio – es la voz del capitán en la nave guía. Angela lo ignora.
    - Dani, ¿identificaste el ruido final? ¿Algo? – pregunta Angela.
    - Creo que fue un grito, algo como “unen” o “tulen”.
    El capitán insiste a través del comunicador. Angela mira el aparato, pensativa, luego se prepara a responder.
    - Mi capitán, sugiero…
    Se escucha un chirrido lejano, luego un sonido más profundo, como de piedras cayendo por entre rocosas montañas, es un sonido grave y sostenido. La tierra empieza a temblar, el camino se deforma debido a las ondas sísmicas. Del horizonte nace una resplandeciente luz que sólo dura unos segundos, como de una explosión, luego otra más y otra, la madrugada se ilumina y, cada que estalla la luz, parece ser de día. Entonces un gran destello blanco lo cubre todo. Angela se cubre con ambos brazos, Dani hace lo mismo. Se oye un susurro, que pasa por entre sus oídos, aumentando su fuerza y que luego se aleja hasta convertirse en nada.



    30 de Octubre

    Por favor Marcia, perdóname, nunca más te iré a reclamar nada – implora Nora, sabe que no tiene otra opción. En el cerro manda el más fuerte y la vieja Marcia parece mandarle a los más fuertes.
    Te cagaste – la condena -. Hasta que muera.
    Los hombres, que hasta ahora sólo observaban, se lanzan sobre Nora, mientras que la vieja Marcia la coge de los pelos. Nora cae al suelo, donde los hombres la patean, ella grita, pide ayuda. Un vecino sale para intervenir. Uno de los hombres se gira hacia él.
    - No te metas, este no es tu asunto – le advierte. El vecino agacha la cabeza y retrocede, algunos otros que se disponían a intervenir también se quedan quietos. No tienen armas, a diferencia de los agresores.
    Los hombres siguen golpeando a Nora, mientras que Marcia intenta darle unas patadas. Más allá el Pacho ya alcanzó a Patricio y lo está masacrando.
    - Destruyan la casa – ordena Marcia.
    - ¿Le meto bala? – pregunta uno de los hombres, mientras señala con la pistola a Nora que yace en el suelo totalmente quieta. Algunos perros ladran a lo lejos.
    - No, déjala, creo que ya está muerta – responde Marcia.
    Los hombres patean y golpean con palos la precaria vivienda de cartón y madera. Rápidamente logran romper las paredes y empiezan a sacar las cosas para destruirlas. Mientras Pacho se acerca tirando de Patricio por los pelos, lo suelta junto a su madre.
    - Ya es suficiente - dice Marcia -, si quieren pueden llevarse cualquier cosa.
    A los hombres parece no interesarles nada, se preparan para irse. En ese momento un gran temblor sacude el cerro, debajo de Nora se abre un agujero y caen ella con su hijo. También se abre un agujero en el lugar donde está la vieja Marcia y ella cae, sin antes gritar desesperadamente. Los hombres que acompañaron a Marcia corren, en el camino se abren otros agujeros y algunos de los hombres caen en ellos. Una gran polvareda se levanta y dificulta la visión de las personas, los vecinos tratan de correr, otros se meten a sus casas, muchas de estas están siendo devoradas por la tierra. Se escuchan gritos por todas partes, algunos ecos más allá. Luego llanto, lamentos, preocupación.
    Un hombre es escabulle dentro de la casa destruida de Nora, que aún seguía sobre tierra, coge el televisor de la familia y empieza a bajar por la ladera esquivando agujeros y escombros. Se escucha un grito, y el hombre desaparece de vista.

    31 de Octubre: El Informe

    - Empieza la reunión – es un hombre viejo vestido de traje formal, lleva unas gafas y en sus manos unas hojas de papel las cuales acomoda constantemente -. Por favor teniente Sybilli, tenga la amabilidad de leer para nosotros.
    - Con mucho gusto mi comandante – Angela saca unas gafas de su estuche y se las pone. Coge un vaso de agua y bebe un poco. Mira el reloj que cuelga en la pared de la sala de reuniones. Dos de la madruga.

    Informe Nº 1983-A
    Clasificación: Ninguna

    Martes 30 de Octubre
    Hora 18:22
    Después de minutos de detectado el primer movimiento, se ha logrado localizar la que sería la fuente de este fenómeno. Zona sur-oeste de ciudad capital, en el sector de Peña baja.
    Población: indeterminada.
    Clasificación: Ocupantes ilegales de tierras del estado.
    Hora 18:30
    Se envía un primer contingente de bomberos, paramédicos y policías desde los distritos más cercanos. Un contingente principal y mejor equipado es preparado para su posterior envío. Primera alerta.
    Hora 18:45
    Se estima que los primeros efectivos estén llegando a la zona en quince minutos. El grupo principal está listo para salir. Se irán sumando mayor cantidad de efectivos en el camino. Un número real estará listo cuando lleguen a la zona e instalen una central de apoyo. Segunda alerta.
    Hora 18:55
    Un primer grupo de avanzada procede a asegurar la zona. Empiezan las indagaciones, los primeros datos estarán listos en minutos.
    Hora 18:58
    Perdida de comunicación con equipo de avanzada, una gran interferencia bloquea toda comunicación en la zona.
    Hora 19:10
    Hora estimada para llegada del primer contingente. No hay comunicación con la zona. Algunos otros puestos informan que el primer contingente ya está en la zona. No existe confirmación.
    Hora 19:15
    Se reanuda la comunicación con el grupo de avanzado y con el primer contingente. Instalación de la central de apoyo en proceso. Primer reporte: Más de 4000 entre muertos y desaparecidos.
    Hora 19:30
    Identificado el terreno y divididos los grupos, los efectivos proceden a subir por la ladera en misión de búsqueda y rescate. Central de apoyo operativa.
    Hora 19:58
    Primer contacto. Retirada inmediata de efectivos.

    Nota: Desde las 20:00 del 30 de Octubre hasta las 00:52 del 31 de Octubre, el informe ha sido clasificado como secreto.

    - Eso es todo – dice Angela.
    - Toma – el hombre viejo le alcanza un sobre amarillo -, extrae el contenido y continúa leyendo, por favor.
    Angela extrae las hojas de papel, similares a las otras. Acomoda sus lentes y se alista a seguir con el trabajo.

    30 de Octubre
    Pasado el medio día, avanzando con la tarde.

    - Eh… Jefe – dice Manolo, luego se limpia el sudor de la cara con uno de sus brazos -, dale una ojeada a esto.
    Se encuentra en un profundo hoyo hecho a lampazo y picotazo limpio. Burro está tirando unas piedras hacía fuera, escucha la respuesta de Dingo y paraliza su labor. Ahora los tres miran hacía dentro del hoyo.
    - Burro, sube. Voy a bajar para ver mejor – ordena Dingo. Burro obedece -. Anda a la camioneta y tráete la linterna. Rápido.
    - Jefe, ¿no cree que debemos cavar un poco más a ver si se nota mejor? – sugiere Manolo.
    - Ni cagando, si esta webada resulta ser una de esas vainas medio raras nos jodemos – explica Dingo.
    - ¿Cómo rara, jefe? – pregunta Burro, que ya regresó con la linterna.
    - Raras pe webon, esas cosas radioactivas, peor que eso que vuelve sonsos a los chibolos allá por los cerros más al norte – continúa Dingo.
    - Ah…
    - Ahora me preocupa más la razón para mandarme a hacer este hueco, y engañarme así – dice Dingo.
    - Capaz y el ingeniero quería ver si esto no nos mataba – agrega Manolo.
    - ¿Ya ves Burro? Deberías aprender del Manolo que sí piensa – enfatiza Dingo. En el fondo puede que tenga razón el bruto este.
    - No pe jefe, tampoco le pida esas cosas al burro, con su palita y su pico es feliz – dice Manolo.
    - Ja ja ja… – ríe el Jefe, una risa de efecto tardío -. Y así debe ser. Bueno, regresemos a la obra.
    - Pero jefe – interviene Manolo -, alguien debe quedarse a cuidar.
    - Tienes razón, te quedas Burro, más tarde regresamos con el ingeniero. Si te da hambre comes algo por acá y luego le pides paga por horas extra al ingeniero.
    - Ya jefe; pero… - pretende quejarse, el Burro.
    - Pero nada hombre, aquí se queda.
    Dingo y Manolo ya subieron a la superficie y alistan todo para irse, suben las herramientas a la camioneta, excepto por el pico, se echan un poco de agua a la cabeza, las manos, y suben.
    - Toma Burro, hasta que regresemos – Dingo le arroja una botella desde la camioneta. Burro la coge con alguna dificultad.
    - Jefe, ¿pa’ que le dejó el pico? – pregunta Manolo.
    - Pa’ que se defienda, Manolito. Y no le deje el arma porque cuesta mucho y si se la roban no me conviene.
    Pasaron así un par de horas desde que se marcharon. Burro mataba el tiempo arrojando piedras contra las paredes de la instalación abandonada. El agujero está en la zona que sirviera de estacionamiento, Burro se encuentra junto al muro exterior que da hacia el oeste, donde se oculta el sol, así le obtiene sombra. Al frente se encuentra el edificio principal, semidestruido, los metales lucen oxidados, algunas rejas que se encuentran sueltas se mueven ligeramente produciendo un crujido arrullador, esto y el hambre, le producen sueño a Burro, pronto cae dormido con la cabeza apoyada en el mango del pico.
    Despierta de improviso, una luz le ha estado fastidiando desde hace rato. Lo primero que hace es buscar el sol en el cielo para enterarse de la hora, aún hay claridad así que no anochece, luego lo encuentra, esta casi a chocar con el horizonte. ¿Una hora aproximada? Tal vez las seis, piensa. Luego se fija en el resplandor que lo ha fastidiado, proviene del agujero que cavó.
    Se acerca lentamente arrastrando la pala junto a si, efectivamente, cuando llega al agujero, nota que la luz proviene de lo que se encuentra en el o que se pudo ver de manera muy limitada. Pronto está en el agujero intentando separar la arena para ver mejor lo que hay entre las rocas. Al parecer, mientras dormía el resplandor era más poderoso.
    Tal como lo describiera Manolo en el momento del hallazgo. “Es como una veta de algún mineral, parece estar rodeada de una capa de roca sólida, será muy difícil seguir avanzando. Apenas hemos abierto un pequeño agujero y no se alcanza a ver mucho. Mejor le avisamos al jefe”.
    Mineral, piensa el Burro, ¿y si fuera algo importante?, se pregunta, mejor me llevo un poquito, se responde. Sube sagazmente, corre en busca del pico, baja y empieza a remover la roca. Luego de un rato de pegarle a la roca, al fin consigue hacer un pequeño hueco por donde meterse. Primero prueba con un brazo, y al notar que no le ardía ni se le salía la carne, pues se lanza adentro.
    Ese Manolo, sí que sabe, se dice. Es una cueva de paredes incrustadas con cristales blancos de manera aleatoria. Están por todos lados menos en una línea de roca que conformaría lo que descrito mejor como un camino, sería apropiado decirle cauce. ¿De qué?, se pregunta el Burro. Entonces se acomoda y alista el pico para dar el primer golpe. Sube el pico hasta que roza el techo de la cueva, luego lo baja con toda su fuerza y da un golpe seco a un cristal.
    Las paredes empiezan a temblar, el piso también, los cristales producen un brillo intenso y el pico cae al piso como atraído por un imán. Burro mira a todos lados, luego el resplandor se hace más intenso al igual que el temblor, voltea y lucha por salir de la cueva. Ya casi lo logra; pero algo le quema la espalda, ahora la piel, no puede continuar. Las fuerzas lo abandonan y cae.
    Unos minutos antes, en la obra.
    - A la… Dingo eres un bruto – dice el ingeniero -. Acá bien clarito está la orientación del plano ¿Qué tienes en la cabeza? ¡Cojudo!
    - Disculpe pue’ jefe.
    - ¡Cállate animal! – grita el ingeniero – No me hagas renegar más. Ahora por tu culpa no vamos a avanzar nada mañana.
    Dingo tiene la cabeza gacha y reiteradamente se acomoda los pelos con la mano.
    - Jefe…
    - ¿Qué quieres?
    - Pero jefe… ¿qué es lo que hay allá en ese hueco? – pregunta Dingo.
    - ¿Te importa? Ni siquiera yo lo…
    Empieza el primer movimiento.
    Bleu
    Bueno ya que estamos con esto de las redes sociales, ahí va mi tumblr:
    http://bleudchanel.tumblr.com/

  2. #62
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    25 jun, 06
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    Predeterminado Re: Cuentos/Narraciones y demas Historias.

    30 de Octubre y 31 de Octubre
    Hacia la noche. Pasado el primer movimiento.

    Mateo ha bajado por lo que fuera la ladera del cerro Victoria, ahora sólo una trampa mortal, si es que antes no lo era. Hay escombros o agujeros a donde vea. Más allá, cerca de la planicie, una luz llega hasta él, es un incendio que pretende expandirse, logra ver algunas personas, luchan por apagarlo, son gente atrapada cuyo refugio está por ser consumido, junto con ellos.
    Baja con mucho cuidado sorteando los pisos sueltos, agujeros y escombros. Pronto se encuentra en un lugar conocido, lo sabe, debe avanzar por el camino aquel y así llegar hasta su hogar. Da gracias a Dios por la luz del incendio, así esté quemando vivas muchas personas, ese fuego le ayudará a encontrar a su familia. Avanza sosteniéndose de cuanto logra alcanzar con sus delgados brazos. Llega a un lugar sin aparente posibilidad de seguir.
    - Chico, ¿qué haces? Regresa – dice el viejo.
    Mateo gira buscando el origen de la voz, lo ve, es un viejo sentado junto a unos escombros, parece estar cuidando algo.
    - Voy a buscar a mi familia – responde Mateo.
    - Ah…ya veo – añade el viejo.
    - ¿Conoce algún lugar por donde seguir avanzando?
    - Claro que sí, chico. Antes dime de dónde vienes, dónde estabas cuando ocurrió el movimiento – pide el viejo.
    - Del basural, estaba buscando a mi perro – responde Mateo.
    - Y ¿Cómo llegaste hasta aquí?
    - Caminé al lado de los escombros de las casas, hay un camino seguro sin agujeros. Antes bajé por la ladera, del basural, tiene bastantes rocas grandes así que no hay muchos huecos – relata Mateo.
    - Bien, bien.
    - ¿Ahora me dice como seguir? – pregunta Mateo.
    - Por supuesto. Aquí hay una puerta, detrás de mí, ábrela y estarás en mi casa. Camina junto a las paredes porque hay un agujero en el medio, luego encontrarás otra puerta y así llegarás al otro lado, no sé si el otro lado siga siendo seguro – responde el viejo -. Por cierto, chico, ten cuidado en no arrojar nada en el agujero, mi esposa esta allí abajo, creo que está durmiendo, cuando despierte le ayudaré a salir y saldremos por el camino que nos indicaste.
    - Tendré cuidado – dice Mateo -. Espero que logren salir de aquí.
    - Gracias chico, más bien apúrate en llegar dónde tu familia, creo que al otro lado hay gente con malas intenciones.
    - Adiós viejo
    - Hasta luego chico, no te pierdas.
    Mateo hizo todo según se lo indicó el viejo. Logró llegar al otro lado y continúo atravesando obstáculos y saltando sobre agujeros. Recorrido un pequeño trecho escuchó la explosión, fue muy repentina y casi lo hace caer en un agujero del susto. Se reincorporó y miró hacia abajo, el llano, se escuchaban bastantes disparos, gritos casi inaudibles. Mateo se refugió detrás de una pared y siguió observando. Eran sombras que salían de los agujeros, pensó en personas escapando y luego corriendo hacia el fuego, había otros que intentaban avanzar; pero luego eran repelidos por estas sombras, pensó en la banda del negro, “nadie pasa”, después de todo no era chiste. Entonces recordó el mensaje que debía entregar a su tía y eso le hizo pensar aún más en su madre y su hermano. Abandonó el seguir de observador, y sin mayor temor a los disparos, continuó avanzando.
    Algunas veces encontraba gente viva en los agujeros intentando salir o pidiendo ayuda, cuando veía la posibilidad de ayudar lo hacía, sino sólo ignoraba y continuaba, luego de un rato decidió que todos estaban condenados. Había gente que trataba de detenerlo o desesperada por la situación, se llevó un par de golpes, empujones y arañazos. Llegó a desear que no hubiera habido sobrevivientes. A medida que iba avanzando hacia el otro extremo de la ladera, el incendio se extendía más, tal vez cuando llegara a su casa el incendio ya se le habría adelantado. Hace rato que ya no se escuchaban disparos.
    Desesperado, empezó a correr. No pasó mucho hasta que tropezó, por el esfuerzo anterior o el sueño, cuando cayó a tierra sintió un gran alivio, no le dieron más ganas de levantarse y sus ojos se cerraron. Recordó a su madre, su hermano, intentó reponerse; pero no funcionó. Se encontraba profundamente dormido.
    Soñó con un gran casa, una mansión, casi un castillo, en el cual vivían muchas hermanas y una madre; pero una de ellas no encajaba y entonces un hombre venía de muy lejos y ella lo salvaba de una muerte segura; pero el hombre era ingrato. Vio entonces la cara de una mujer muy hermosa, y le recordó a su madre, porque si bien no era como esa mujer, era sin duda la más bella, esto lo devolvió a la realidad.
    Se levantó molesto consigo mismo por haber dormido, rápidamente, apresurando el paso cada vez. No tenía idea de la hora o el día, ni siquiera de su alrededor, pensaba, esto será una pesadilla, debo encontrar a mi madre, debo salvar a Patricio, lo siento, no rescaté a Fredo.
    Vio a su alrededor. Ya falta poco, se dijo.
    Ahí estaban los restos de su casa, al frente un gran agujero, casi como el que se tragó a Fredo. Se lanzó hacia los escombros gritando el nombre de su madre, y el de su hermano. Buscó por todo lugar, levantando cartones y maderos rotos, sus brazos ya no daban para más, no tenía fuerza, retiró el televisor destruido, aún no lo habían pagado, removió todas las sábanas y telas que encontró, los maderos de la cama de sus padres, la de su hermano. Escarbó en el suelo con sus manos destrozadas por toda la actividad, cada vez más lágrimas brotaban de sus ojos, bajaban por sus mejillas, algunas caían al piso que revolvía y otras se posesionaban de su boca cual frío beso de realidad. Patricio, gritó con todas sus fuerzas. Mamá, gritó desde el fondo de su alma, cual lanza clavada desde hace horas salió el cúmulo de sentimientos y despertó al niño que dormía agonizante en el fondo del agujero.
    Mateo, intentó gritar, Mateo, su voz perdía fuerza, ¡Mateo!, finalmente, la voz de los días de juego, de los días con Fredo y su hermano en el campo que el gobierno no ocupaba.
    Mateo lo escuchó claro en el silencio y arrullo de la madrugada. Se acercó al agujero.
    - Patri, Patricio, ya bajo.
    Amarró una soga a la que fuera una de las vigas de su casa y descendió.
    Vio a su hermano tendido junto al cuerpo sin vida de su madre, lo sabía por los ojos abiertos de la mujer, gritaba muerte en el fondo del alma de Mateo, muerte y venganza sería más tarde la interpretación apropiada.
    Patricio lo miró fijamente.
    - ¿Cómo estás? – balbucea el niño.
    - Patri, perdóname, encontré a Fredo; pero no pude salvarlo, todo es mi culpa – responde Mateo.
    - No, Mati, es mi culpa, no protegí a Mamá – ahora las lágrimas vuelven a correr por el rostro de Patricio.
    Mateo se acercó al cuerpo de Nora, la madre, le cogió la cabeza, cerró sus ojos. No era la primera vez que veía un muerto, ni sería la última. “Te quiero madre”, le dijo en pensamiento. La vida en el cerro es más dura mientras más viejo seas y peor aún cuanto más sepas. Se recostó junto al cuerpo, ahora miraba a su hermano, ambos en la misma posición, uno al frente del otro.
    - Te voy a sacar – la esperanza calma por un instante las lágrimas en sus ojos.
    - No Mateo – susurra su hermano -, hay cosas más importantes por hacer. Y si las haces como deben, nos podrás salvar a ambos.
    Mateo yace sorprendido, sus ojos abiertos, su boca también; pero ¿qué es todo esto?…
    - Mati, debes obedecer a la mujer. Promételo Mati – continúa susurrando.
    - ¿Qué mujer? ¿De qué hablas? – pregunta Mateo – Te voy a sacar.
    - Prométeme que obedecerás a la mujer – Patricio intenta elevar la voz.
    - ¿Por qué? ¿Quién?
    Patricio intenta decir algo; pero no logra articular más palabras, lentamente su mirada se apaga. Ya pronto va amanecer, una tenue luz ilumina su inerte rostro y el de su madre. Un ruido como de piedras cayendo por entre montañas rocosas, luces, temblores, destello blanco.
    Alguien de aspecto muy descuidado, lleva un pantalón negro, esta roto en muchos lugares y sucio, las botas también sucias, parecen haber recorrido un largo camino. En la parte superior sólo un polo desteñido y los restos de lo que pareció ser un chaleco antibalas, en la cabeza un casco negro. Unas gafas de desierto sucias ocultan su mirada, por el brillo de la luz matutina.
    Mateo mira fijamente las gafas, quiere ver a través de ellas, sus ojos. La persona nota el detalle, se quita las gafas lentamente, con cuidado, luego el casco, su cabellera de desliza al instante. Mira ahora a Mateo, son esos ojos en los que el joven confiará.
    El la examina, busca alguna identificación, ahí está.
    - Sybilli – dice ella -. Angela Sybilli. Y tú debes ser Mateo.
    Ella lo mira, lo está examinando.
    - Sí – responde él.
    - Mucha gente, incluida tu familia y mis amigos – dice Angela. Mateo está confundido -. Vamos a traerlos a todos.
    Sentado allí, junto a los cadáveres de su madre y su hermano menor, frente una mujer que acaba de salir de entre las sombras del agujero. Se pregunta que puede estar sucediendo, y una duda mayor, un enigma, los ojos y la mirada de esa mujer, que le son tan conocidas.


    Nota: Hola, soy yo otra vez, el autor, suena lindo llamarse así. En primer lugar te agradezco por haber leído: ¡Muchas Gracias! Y no hay segundo lugar...así que: ¡Gracias otra vez! Hasta otra oportunidad.

    Saludos
    Bleu
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  3. #63
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    Angeles y Sombras
    IV. FRIENDS ARE FOREVER


    Para Adolfo Cubas la vida universitaria no distaba mucho de la vida que el llevaba en la secundaria Muchas veces le habían dicho que seria como una nueva vida y con nuevos retos y gente totalmente diferente pero el se sentía aun en la secundaria por las muchas cosas que le sucedían precisamente a el:
    Si en la secundaria le molestaban por su aspecto ‘‘nerd’’, la situación no habría de cambiar mucho en la universidad. Por este motivo le era muy difícil encontrar un grupo donde acoplarse.
    Las chicas lo buscaban solo para que les ayudara en sus trabajos y una vez acabado el trabajo las chicas alzaban vuelo dejando al pobre Adolfo con falsas promesas de una cita o una llamada para poder ir al cine cuando estuviesen libres.
    Seguían abusando de el, esta vez ya no eran los de 5to año, sino los muchachos de ciclos superiores o con mayor antigüedad en la facultad. Casi todos los días le gastaban unas bromas que lo dejaban muy desanimado y avergonzado. La única persona que realmente le ayudaba a seguir adelante era Erick, su amigo, que siempre se enfrentaba a los valentones y abusivos que le molestaran. Cuando en las reuniones después de clases se hacia la chanchita para ir al cine, al KFC o a la disco (que las chicas pagaran sus gastos era algo impensable) Adolfo se ponía de mil colores pues su familia era humilde y apenas el llevaba dinero para sus pasajes pero Erick siempre le sacaba de apuros y le ponía de la suya. Erick era su mejor amigo, definitivamente lo era, pero tenia un gran problema...no era buen estudiante y sus notas y tareas eran bajas, y como buen amigo que Adolfo también quería ser, le ayudaba en sus labores estudiantiles (al fin y al cabo, Erick le ayudaba en muchas cosas a el también )

    Sus padres siempre se preguntaron porque Adolfo eligió la universidad en la que estaba estudiando, sus promedios escolares le permitían a el elegir cualquier universidad e incluso en el 5to año de secundaria tomo exámenes internacionales y fue aceptado en casas de estudios de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y España. Adolfo decía que nunca se adaptaría a un entorno que no fuera el de su país, pero la realidad era otra...Adolfo decidió estudiar donde estaba porque la chica de sus sueños de toda la secundaria había postulado a esa misma universidad y logro ingresar, así que el hizo lo mismo en la esperanza de que estudiando ya los 2 en la universidad ya se le haría realidad el sueño de que ella llegara a fijarse en el y quizás ser algo mas que solo amigos. Pero contra sus pronósticos ella seguía distanciada y parecía no darse cuenta de la existencia de el. Erick se dio cuenta de esa situación y se ofreció a ayudarle en ello:

    -No te preocupes loco, yo le hablo de ti.

    – ¿Seguro?

    – Oye, ¿estas dudando de mi? Soy tu mejor amigo, recuérdalo.

    – No se, Rebeca es la chica que siempre quise y quisiera hacer esto yo solo, pero....

    – Pero si dudas de mi y crees que podría meterme entre ustedes ...

    - ¡No! Para nada, tu eres mi pataza, ¿cómo se me va a pasar por la cabeza algo así? (¿está esa sombra deforme acoplándose a la sombra de Erick?)

    Después de pensarlo mucho, Adolfo accedió a que Erick saliera con Rebeca y conversaran de el, total, era su mejor amigo, ¿qué podría pasar? Ambos resolvieron que Adolfo firmaría la lista de asistencia por Erick y haría sus asignaciones también, total, era para su mejor amigo. Adolfo no sabia hasta ese entonces desde cuando Erick conocia a Rebeca.

    Lejos de ahí, el mendigo se encontraba pasmado al ver como un segundo devoraba el plato de comida que tanto había anhelado, el mismo que le dieron unos minutos atrás no después de poca espera y que le fue arrancado de las manos por el otro pordiosero tan pronto le vio con aquel tesoro entre las manos y que no mostraba signos de arrepentimiento ni de darle un poco siquiera de aquel potaje, aquel mismo mendigo que había ido a reciclar botellas de plásticos junto a el unas horas antes y que nuestro mendigo creyó era su amigo.
    I am back!!!

  4. #64
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    Predeterminado Re: Cuentos/Narraciones y demas Historias.

    Volver a empezar: Una historia por navidad

    "Ya no hay más vida allá fuera". Bren mira cautelosamente por entre los maderos que usó la noche anterior para sellar las ventanas, afuera aún la ventisca arrecia contra los débiles maderos, por entre sus ranuras entra el frío y en la casa un hombre tiritaba, un anciano, ya en sus últimos minutos de vida. Bren seguí observando, murmurando para si.
    "Querida, ven aquí", pide el anciano, mueve con esfuerzo lo que parece ser un bastón de madera tallado, la figura de Benjamín Labrag, héroe en múltiples guerras, figura allí como en los billetes de dos mil reales, veinte juntos hacen la recompensa que el gobierno de su majestad ha puesto a la cabeza del anciano.
    "Mi única hija", murmura el anciano moribundo mientras Bren se acerca rápidamente.
    "Dime, padre", responde Bren, se le nota agotada ahora que ha perdido la sensación de alerta, el miedo de observar lo que fue hasta ayer una muerte segura entre el bosque y la pradera que acompañaron su viaje los últimos seis meses, siempre huyendo de los hombres de su majestad imperial.
    "El bastón, hija", balbucea el hombre, coge aliento: "Mañana es navidad y el bastón, debes llevártelo donde acordamos".
    "Así lo haré padre", interviene la mujer que aguarda de rodillas junto a la rupestre cama. "Ahora descanse padre, no sufra más".
    "Confío", toma la mano de Bren y pone el bastón en ella. "Ahora es tu responsabilidad".
    La ventisca arrecía contra las paredes de madera y el techo empieza a tambalear, en cualquier momento el tejado se irá volando, Bren lo sabe. El hombre presiona su mano contra la de Bren, la mira por última vez, sus ojos fijos en los de ella y expira, sin mayor palabra, sólo lo dicho, digno de ser recordado. Ahora Bren se prepara para salir, no enterrará al hombre al que acompañó por tantos años, con quien formó una relación tan estrecha, que este le llamó hija y ella le dijo padre. Las palabras que ahora cruzan por su mente sólo llevan a una parte y no es precisamente un luto indefinido. Toma lo que necesitará y sale.
    La nieve no la deja ver, camina con mucho esfuerzo, el levantar un pie de entra esa nieve ya supone un esfuerzo mayúsculo, tratar de avanzar contra la fuerza del viento acaba con sus últimas fuerzas, estuvo días sin comer, casi sin dormir, y siempre con cuidado, alerta, atenta a cada movimiento en el bosque o fluido inusual de la brisa en la pradera.
    Ahora se internará en el bosque en busca de aquello. El viejo está muerto y ella también lo estará si no logra llegar pronto, soporta la carga que supone este hecho, el inminente sentimiento de falta, la ausencia.
    La brisa es más débil, ya ha llegado. Descansa un rato junto a un árbol, de entre la nieve distingue una roca, coge el bastón y lo estrella con toda su fuerza contra la prominencia, el bastón se parte y un papel queda al descubierto, lo desenvuelve, lo lee en voz alta:
    "Vida eterna y gloria desea tu alma. Son las tierras infinitas para satisfacer la carencia, el vacío. Esa es la razón..."
    "...de mi existencia", otra voz interrumpe su lectura y para su sorpresa, termina la frase. Es hermosa como la luna llena sola en el negro cielo estrellado, tan blanca como la nieve que lo cubre todo, tan llena de gracia que su sola presencia reconforta. Su mirada es triste, compasiva, la observa a ella, la Bren de los cuentos de niña, la que esperaba su aparición, tanto tiempo, tanta fé en una simple frase. Es sólo un momento.
    "Bren", clama la presencia.
    "Me haz encontrado", responde Bren. Se miran fijamente hasta que la presencia coge a Bren de un brazo y la ayuda a pararse.
    "¿Quieres dormir?", pregunta la presencia posando sus dedos en la frente de Bren.
    "Quiero lo que buscaba mi padre", responde Bren. "Lo necesito para poder terminar esto y descansar, luego regresar y enterrarlo".
    "Había algo que deseaba el viejo más que nada en este mundo, eso nunca te lo pudo dar en vida por su condición de perseguido que, el sabía, acabaría el día de su muerte. Aún así buscó una salida, y si no era para él, sería para ti y de eso dependería la solución del problema que planteó la vida, para ti y para él."
    "¿No es la solución el inicio de otros problemas?", pregunta Bren.
    "No puedo afirmar ni negar, sólo te proporciono las alternativas. ¿Quiéres lo que buscó tu padre?", dice la presencia, imperturbable. A lo lejos se escuchan ladridos de perros, fueron los hombre de anoche, estuvieron refugiándose y ahora regresan, pronto descubrirán el cadáver y Bren no podrá regresar, ella lo sabe, buscará pistas.
    "¿Puedo hacer dos preguntas?" "Sí", dice la presencia, "ahora puedes hacerme una más".
    "¿Cómo lo consiguió?"
    "Por los medios por los cuales fue perseguido en vida...el gran escritor, accidentalmente descubrió algo prohibido y le sacó provecho. Él hizo este mundo; pero no pudo escapar de él, ni de sus reglas. Esta salida, Bren, es ciertamente una entrada", responde la presencia. Los ladridos se oyen más cerca.
    "Dame la solución"
    La presencia cierra delicadamente los ojos de Bren con sus dedos y pronuncia un conjuro en un idioma olvidado. Bren siente la ventisca menguar, los perros callar y a la presencia desaparecer, luego un gran vacío lo cubre todo y ella se encuentra flotando, empieza a coger velocidad, como si estuviera cayendo. Trata con los brazos de aferrase; pero no hay nada, no logra escuchar ninguna perturbación de corriente, nada que explique la sensación de caída. Cada vez más veloz, siente el cuerpo debilitarse hasta quedarse inmóvil. Repentinamente su espalda toca una superficie blanda, todo el impulso es eliminado.
    "¡Aaaaaaaaaaaaaaaaahhhhh!", Bren se halla sentada sobre una cama, los cabellos le cubren el rostro, su entrecortada respiración disimula el silencio de la habitación. Tantea con las manos su alrededor y no encuentra más que tersas sábanos, unos maderos tallados y, alejado, lo que parece ser un cubo de madera, propiamente una cómoda. Se sienta a un lado de la cama, acomoda su cabello, busca algún calzado, encuentra unas pantuflas. Las fuerzas le fallan, no puede levantarse. Lo acogedora de la habitación le inspira una cierta calma, permanece sentada ahí sin moverse, tiene la vista fija en el suelo o en la oscuridad que parece serlo, trata de encontrar sus pies entre la sombra. Una lágrima brota de su ojo izquierdo, siempre le ha fallado, en cualquier momento, es su ojo que tiende a llorar sin tener motivo. No puede contenerlo y ahora su otro ojo también llora.
    "¿Por qué?", se pregunta Bren. Piensa en los hechos recientes y en el ahora, ¿por qué llorar si parezco estar a salvo?, debería investigar...
    Lo notó, finalmente llegó hasta ella. Desde que tiene uso de razón sólo un pensamiento ha permanecido firme en sus convicciones, la aleatoriedad de su entorno, de su mundo, ha hecho de sus creencias un continuo zigzaguear. Más si de estar con su padre, el verdadero, se trataba, era un hombre de pocos amigos, tan callado que a veces lo olvidaba y cuando llegaba a casa se pregunta quién era el hombre que venía todos los días ¿realmente era su padre o alguien que lo suplantó un día y eliminó al original, al que nunca existió en realidad?. Más si de su breve niñez se hablaba, alguna vez fue feliz, un par de días sí, allá cuando finalmente logró desprenderse de cualqueir rastro de conciencia o recuerdo, cuando aprendió a olvidar como sólo los niños lo hacen. ¿Cuándo fue eso?. Más si de los largos años de pobreza que vivió más tarde, el vivir sóla con su madre ante la muerte del hombre que fue su falso padre. Luego de morir su madre no hubo mayor, qué digo, lo trató de olvidar todo; pero no pudo, así son las reglas de su mundo y reglas universales según ella considera. Menos, pensó, si del viejo, su padre por afecto, se trata. Entre sus viajes, antes, el día que lo conoció y él le preguntó: "¿Angela?". Fue allí que lo supo, ese hombre buscaba algo y ella bien podría serlo, no quiso hacerlo muy notorio; pero las circunstancias los hicieron cada vez más cercanos, hasta aquel punto en la cabaña donde...
    "Intenté olvidarlo", murmurá ella, muerde furiosa, rechinan sus dientes. Está molesta consigo misma, trató de borrar al viejo como lo hizo con todo aquello que le pasó, con todo lo malo, sólo porque se atrevió a morir y hacerle sufrir, como siempre pasa. Lo intentó como otras veces y falló porque, este es el pensamiento, a Bren el sufrimiento le llega luego, primero debe hacerse la fuerte porque su corazón no da más, porque en cualquier momento va explotar de tanta tristeza que encierra, el dolor le llega luego, cuando descubre lo muy infeliz que es, lo mucho que sufre y todo, todo lo que calla por ganar unos instantes más de calma. Sólo pide eso, calma, paz y tranquilidad; pero al permanecer con el viejo, su padre por afecto, lo aceptó cómo era, ella se lo dijo alguna vez, por eso no debió callar entonces, debió llorarlo como no lloró por nada, debí sufrir junto a su cuerpo, debió destrozarse, suicidarse en dolor al ver a aquel hombre, el más querido, morir en una choza en medio de la nada, perseguido como una bestia.
    "Padre", la idea arraiga en su mente. Lentamente se recuesta, apoya la cabeza contra una almohada que tiene cerca, sube los pies a la cama, coge una sábana y se cubre. Una singular melodía empieza a sonar, la ha escuchado antes, y se ha repetido cada año siempre llenándola de un vacío inexplicable. La recuerda y empieza a tararearla con aquella suave voz que lo cubre todo como un humo denso que serpentea por el suelo. Primero deja de sentir las piernas, los brazos y el torso. Le empieza a fallar la voz, la vista se nubla y cada vez su sonido es más débil; pero se esfuerza en seguir tarareando esa melodía en aquella habitación oscura. Lentamente muere de tristeza, alejada de cualquiera, sola, ya no escucha nada.
    Un hombre logra abrir la puerta de una patada, Bren lo alcanza a ver entre las sombras, ya no dinstingue mucho. El visitante se acerca rápidamente, detrás le sigue otro, parece ser un médico porque lleva unos instrumentos con los que inspecciona a Bren. Una mujer también entra, está desesperada, se mueve de un lado a otro. El hombre también parece precoupado, se coge la cabeza con las manos, se lamenta, dice algo y la mujer se acerca por el otro aldo de la cama a Bren y empieza a tararear la melodía que sonaba hace un rato.
    El hombre llora a los pies de la cama mientras le reza al Dios que todo lo ve y todo lo puede para que ayude a Bren, una explicación para lo sucedido. Ella logra distinguir los sonidos, la melodía que desprenden los labios de la mujer e intenta moverse. El médico luce sorprendido ante los repentinos movimientos de la paciente, se aleja un poco, no hay nada que pueda hacer, sólo unirse a los rezos. Bren puede moverse otra vez, siente como un tibio líquido recorre cada una de sus extremidades, llena sus ojos y le proporciona una clara visión de lo que sucede, recorre su cabeza reviviendo pensamientos antiguos, raudamente pasan ante sus ojos, cientos de situaciones, cada una eliminándose luego de transcurrida y siendo reemplazada por otra más alegre, en otro lugar. Se ve en una pradera preciosa, llena de flores de múltiples colores, en una casa de campo gigantesca disfrutando de una comida al aire libre, feliz, sí, es eso lo más resaltante, en todas esas situaciones es muy feliz. Luego de terminado el proceso aún quedan algunos recuerdos de ese otro mundo y de sus extrañas reglas.
    La mujer la abraza, el hombre llora apoyando su frente en la mano de Bren. Ella está ciertamente intrigada por todo aquello, su cabeza se llena de preguntas y...
    "Discúlpame, tuve que terminar la historia antes de poder venir por ti, sino no hubiese funcionado", dice el hombre entre lágrimas.
    "Angela, mi querida hija, has vuelto la vida", dice la mujer, visiblemente emocionada, llora ahora aún más que el hombre.
    Bren mira sorprendida a aquellas dos personas y las dudas sobre "la salida" o "el nuevo comienzo" perturban su mente; pero le indica con una seña que no diga nada y sonríe enjugando las lágrimas. Bren permanece callada, recibiendo abrazos, amor, afecto.
    Finalmente el hombre consigue sacar a la mujer de la habitación, sólo por un momento y explica: "Bren, sé que esto puede resultarte impactante; pero soy yo y sé que lo sabes". Claro que lo sé, piensa Bren y lo abraza.
    "Justo aquí, Bren, hace veinte años, empezó todo. Perdí a mi hija y me perdí también, además de mi familia y todo lo que tenía", dice el hombre.
    "¿Cómo?"
    "Aún no lo sé, sólo recuerdo este momento, en el que preparaba a mi hija para la nochebuena, en que todo empezó. De un momento a otro me vi perdido en un lugar extraño, el mundo del que escapamos. Entonces sabía que podría encontrarte allá, todo a mi alrededor me lo decía, desde la 'presencia' en el bosque hasta el arrullar del agua de los ríos, tampoco puedo explicar; pero te busqué Bren, Angela, y aquel día te encontré. Todo ese tiempo fui perseguido por no sé que motivos, aparentemente eran reglas establecidas, y terminé arrastrándote conmigo. En mi ineficaz accionar no pude salvarte, sólo morir, nisiquiera pude llevarte ante la presencia, la única salida. Entonces, luego de morir, me vi envuelto en un mar de nieblas y de pronto me encontraba en mi silla, minutos antes de venir a este mismo lugar, o sea, veinte años atrás. No podía creerlo, allí recordé el mundo anterior y una serie de ideas aparecieron en mi mente, relatos pasados, sabiduría del otro mundo, una ciencia olvidada capaz de llevar manipular almas a través de la literatura, tal vez sería ese el motivo de mi persecución, sólo yo podría hacerlo, pensé en ese momento. Escribí rápidamente tomando en cuenta los últimos hechos, antes había estudiado esto en el otro mundo; pero no te lo comenté, temía que te alejarás de mí sin saber que en realidad eres mi hija, porque, Bren, tú eres Angela. En el instante de mi transferencia al otro mundo, hace veinte años, tu alma fue transferida a un cuerpo recién nacido. Debía encontrarte, yo sabía eso. Ahora, Angela, con esa ciencia he logrado traerte en nochebuena. Hemos pasado por tanto y todo aquello ahora es parte del pasado, casi olvidado y aquí, en este lugar, haré que seas feliz como siempre quise allá. Ahora tú tienes ocho años y yo treinta y seis, otorguémonos una segunda oportunidad".
    Los hermanos menores de Angela corren a abrazarla junto a su padre y su madre también quien trae unas tazas de chocolate. Como una familia. Los villancicos adornan la escena mientras Angela piensa, mirando la luna a través de la ventana, las nubes se han dispersado, se pierde en esa tan común figura allá en los prados del otro mundo: "Tiempo de olvidar, perdonar, vivir otra vez".

    Que sea una muy feliz navidad, sobretodo una nueva oportunidad, busquemos perdonar, olvidar y confraternizar. Para este aficionado el año nuevo empieza la madrugada del 25 de diciembre. Que nazca una nueva oportunidad.
    Bleu
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  5. #65
    Aldamont:
    Guest

    Predeterminado >>Sin<<

    De vez en cuando, algunos les componen canciones, diciéndoles q ya los olvidaron. Otros les escriben historias alucinantes, señalando q los han olvidado y por último, hay de los q se buscan alguna otra compañía creyendo q los pueden olvidar. Nunca pueden. Las confesiones a veces están demás, solo puedo decir q con los amores no correspondidos de igual manera, al fin y al cabo, no puedes jugar tan sencillamente a las descripciones, son muy complicados. Cuando escribes sobre ellos y sobre las traiciones nunca sabes qué va a resultar o a donde vas a ir a parar...

    "Nunca Volvimos"
    (...fragmento)

    ... ¿Puede ser posible que algo tan especial, grande y valioso haya sido una ordinaria mentira? Las respuestas han estado encerradas desde hace mucho tiempo en los variables tonos de tu voz.
    Tu cara no era la misma cuando te volví a ver, luego de aquella chocante noche de junio, al lado de un motivo de tu atención… sonreías entonces, ¿he podido hablarte al respecto?; no es ilegal decirlo, no he podido volver a mirarte igual, a diferencia de mi corazón. Tenías razón respecto a cómo y cuánto duele despertarse de un buen sueño. Hoy no dormí nada.
    Será que te he observado de lejos desde hace mucho también, y sin parpadear mucho he luchado por conservar tus aromas, lo que me ha costado porque no ocurre con ellos como con tus frescas –en mi memoria- imágenes. Hoy me di con una sorpresa indescriptible: tengo muchos álbumes guardados con delicadeza, felicidad, consternación, sueño y toques de tristeza en mi cabeza.
    ¿De verdad todo esto ha sucedido?, ¿hace cuánto no sonreía igual?, ¿había sonreído así antes?, seguramente tu sí. A esta hora se me hace difícil decidir asuntos importantes, me es imposible despertarte. Después de todo, mis palabras, así como lo que tenía pensado, podrían ir a parar a la esquina de la alcoba, al lado del sillón amarillo, muy cerca de donde estuvo la mujer sorda de uñas largas que no habías visto por un tiempo ¿Te hizo felíz?
    Conocí a una persona una vez, se la pasaba tratando de explicarse porque yo odiaba tanto llorar, frente a él y a los demás; a pesar de que fingía no darle importancia al asunto (porque conozco algunos de los motivos de mis actos y no los comparto mucho) me hubiera gustado q tuviera éxito en su búsqueda, por curiosidad. Hubieron pocas personas q intentaron averiguaciones similares, la verdad no me interesaron nunca, ni tampoco enterarme si descubrieron algo respecto a mí o no. Sin embargo, esta noche en este lugar he encontrado diversas razones para mi estado. Quería contarte que sé a que cosas les puedo tener miedo y en que instante podría llorar, sin dificultad alguna, frente a 15 mil personas o más; quería que sepas porque tienes mucho q ver con eso. Se me ocurrió que te importaría, antes q hicieras todo esto.
    Inclusive si me alejase un poco más (o mucho), sería capaz de describir igual cada uno de los motivos de los que hablo y los días incompletos q han pasado, contigo distante, haciendo siempre las cosas q yo o no imagino o pienso tardíamente.
    Es muy tarde como para pretender seguir pensando, o quedarme.
    -- sab 17/03/07 --
    Última edición por Aldamont:; 26/12/2007 a las 12:09

  6. #66
    Aldamont:
    Guest

    Unhappy Re: Cuentos/Narraciones y demas Historias.

    Mondo y Lirondo

    Era música, acompañando cada uno de mis pensamientos y cambiando las cosas, llevándome hacia un inicio... o hacia varios. Mis sentimientos se reunían otra vez, similar a cuando los tenía a mi disposición. Claro, nunca será igual.

    Esa música lúgubre me hacia delirar y pensar en lo q me pasaba. Las palabras no importan. La sangre se derramaba, como me dijo mi mistral en una misiva desquiciada, triste y real :

    > El tiempo jamás retrocede<

    Por esa música y esas lágrimas y esos planes ‘rotos’ y esas eliminaciones y este hueco en los ánimos; y por lo inolvidable e irrecuperable, le puse su nombre ese espacio cicatero y q no sirvió de mucho.

    Me siento mal por los recuerdos virósicos, es cierto. A pesar de eso, no hay como los días parecidos al de hoy, los días frìos de por acá en los q me provoca divagar...; no hay como la nostalgia, como la mudez necesaria, bien recibida y otorgada; como los momentos en los q uno solo está y sólo está, los días en los q te ves frente al espejo y sabes q no pudiste hacer nada más, q creer u ofrecer... sin más ni más.

    Y, bueno, dejar atrás: a los muertos (q descansen en paz), a los anhelos alucinantes, al primer o al segundo amor, o quizás al q carezca de nombre, número o de ubicación; a unas canciones, a las penas de crianza, a alguien, a algunos,… los passwords....

    Grité a solas, es cierto. Redacté y llamé hasta en sueños. Pero nadie oyó, y dudo bastante q se pueda transformar a mi antojo el pasado, la verdad pedía imposibles. Las cosas son como siempre he sabido q eran, por laberíntica y nada explicativa q yo suene, las cosas son como esa música. Tan simple, en sí, como algún cuadro, alguna planta o alguna flor.

    Nov-05'

  7. #67
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    Predeterminado Re: Cuentos/Narraciones y demas Historias.

    De alguna manera lo hubiera sabido. Es decir, las cosas se hacían evidentes poco a poco. Desde ese regreso tan inopinado, volvimos a vernos. Pero al mismo tiempo, no estábamos ahí, ninguno de los dos.

    Salir a comer un helado, llevarla en una silla de ruedas, en eso consistía mi felicidad. Su felicidad consistía en engañarme. Dónde queda la fidelidad entonces? Es, como siempre pensé, un término que sólo denota egoísmo, el querer que algo que no puede ser tuyo se convierta en accesorio de una risa, un llanto o una hoja de papel? Tal vez nunca pude entender ni enterarme de la alegría otoñal, esa alegría que con los años va desapareciendo y amargando todo.

    Ella me espera en su casa (o tal vez no me esperaba) esa mañana del jueves. Entro y la espero, pero no estaba en casa. Resuelvo ir a su cuarto, tal vez para darle una sorpresa, como cuando intencionadamente me hago el dormido sólo para que cuando ella regrese me despierte con un beso. Esperé por ese beso, aunque nadie llegó para dármelo. Leo. Un libro, entre todos ellos, llama mi atención. Es una de esas agendas infantiles, anacronismo terrible de figuritas y corazoncitos para una chica de 27 años. La inocencia de una niña con las terribles formas de una vieja abortada. Leo otra vez. Ya había leído su diario una vez, pero sólo hablaba de mí. Lo leo y ahora habla de él. Disfruto cada momento que paso leyendo su diario, minutos que rebotaban en mi cabeza como lo haría una pelota en un cuarto cerrado. Me engañaba. Desde hace más de cuatro meses. Es gracioso sentir esos deseos inusitados de reir en situaciones críticas, un asalto, un funeral, o justo cuando un auto va a arrollarte. Ella escribe que sucedió sin querer todo, el romance, la alegría de estar juntos, el sexo, las fiestas a las que la lleva, fiestas que siempre obvie, pues pensé que disfrutaba lo monótono tanto como yo. Le dejo una nota. Escupo sangre en ella. Me llevo mis fotos y mi carta, la única que le escribí durante más de seis años. Cierro el diario con un rosario gigantesco. Me voy a fumar un cigarrillo.

    Regreso en muchas horas, tal vez con el deseo de una explicación. Tal vez con el deseo de que me lastime. Tal vez con ambas cosas. Conversamos. Me tiro en una cama para no desmayar, o no me asalten esos deseos de lanzarme por la ventana del cuarto piso. Le increpo todo. Tiemblo. Me mira. Con la inconciencia de un niño que clava a un insecto con un alfiler, me tortura. Me lo cuenta al final. Está terriblemente enamorada. Sale con ambos para sentirse más querida. Más amada. El doble, según dice. Me siento contaminado. Sucio. Me acometen esas terribles ganas de chillar como un infante. No se lo merece... o tal vez sí. Ella me cuenta todo lo que pasó con él. Esos momentos de intimidad, son sagrados porque es él quien la trasporta. Siento que algo monstruoso, horrendo se ha despertado. Creo que soy capaz de las peores cosas. Y lo disfruto. Enormemente. A cada aventura que me relata, me divierto, percibo una rigidez en mí, empiezan a aflorar esos deseos de tenerla de tantas diferentes formas que siempre la he tenido. Como amiga. Como madre. Como amante. Me acerco. Se aleja. Esta vez, ella entra en mi cuerpo. Pero la frialdad del acero es más agradable.

    Han pasado cerca de 20 años, y aún la busco. Pero dicen que los muertos no podemos volver.
    Levonys Grimorium
    Hace falta algo más que la muerte para poder vencer una vida.


  8. #68
    Aldamont:
    Guest

    Arrow Re: Cuentos/Narraciones y demas Historias.

    :arrowu:

    Tengo algo q decir respecto a esa última frase.


  9. #69
    Aldamont:
    Guest

    Thumbs down ABRIL

    ABRIL*
    --5 de Enero del 2006--


    Finalmente le dije, ¿Quieres terminar conmigo verdad?
    _No, claro q no_ me contestò inmediatamente.
    Todo en lo q pensè antes de irme y no querer volver a verle la cara nunca màs es hasta estas alturas un conjunto de recuerdos q evocan emociones poco claras, y pienso q aquellos recuerdos siempre seràn rebeldes a mi memoria y mis ganas poco entendibles quizà... de revivirlos enteramente. Es parte de todo rememorar su sonrisa atrayente y perfecta, con sus ojos claros de lejos... y de cerca, por debajo de su ùnico par de anteojos.
    Era el otoño màs bonito, apacible y cautivante de mi vida ese por el q atravesaba, contradictoriamente. Puede ser q asì lo creyera porq hacia siete años y un poco màs q no estaba sola... habia pasado exactamente la misma cantidad de tiempo desde la ùltima vez en la q sentì tanto miedo y tanta extraña mezcolanza dentro. Mis miedos, producto de sueños premonitorios y de la inocencia q perdì a los 20 años..., eran terribles presentimientos en mi caso al ya no ver en su mirada (en sus ojos claros) la gran alegrìa de antaño, o el amor nada màs. No tuvimos nunca, ni al final, èl y yo, una historia de amor novelezca ni nuestra larga relaciòn atravesò nunca aquellos problemas enormes y singulares q lo novelezco implica, pero con suerte para ambos el se enamorò de mì inmediatamente despuès de q yo lo hice de èl.
    Poniendo de lado la fantasìa, nunca me habian dado miradas o abrazos como los suyos. Nadie me habia demostrado q me amaba, porq la conjugaciòn del verbo especial -amar- era para mì vaga y desconocida. No sabìa. Muy a pesar de q oìa en casa desde muy chica q "el amor es algo (un no sè què) q se demuestra con hechos y no palabras", no pensè q fuera eso tan cierto en la vida real como lo era en parte de las discusiones q tenìan en esos tiempos algunos en la casa; y tampoco imaginaba entonces q lo q la gente adulta y adultera decìa sobre el amor, las personas enamoradas y los q crean frases relativas a èl, es vàlido y considerado como algo importante, de algo q bien podrìa ser llamado experiencia tras golpes y caricias del tiempo, siempre eterno siempre sordo. A mì se me ocurrìa q, quizà, los q lo decian lo hacian por lo mal q les iba o el afàn bendito q tienen algunos de equivocarse... o tratar de averiguar como se demuestra el amor.
    Estaba enamorada y para ser precisa, ibamos a cumplir nada menos q ocho años juntos un dìa antes de mi cumpleaños y dìas antes del suyo el 31 de Agosto. Èl era, hasta el ùltimo dìa en q lo vì saliendo de mi casa, muy distinto a lo q yo esperaba antes de conocer sus formas; temìa inclusive lo q nunca temo fàcilmente: defraudarlo en algo... era muy grande, muy grande para mì. Puedo recordar q tal dìa no se fuè solo, cargaba consigo trozos q me pertenecìan, una historia compartida... y dejaba el vestido negro, q tenìa el gran calificativo (tal vès importante tal vès no) de ser el ùltimo presente dado, comprado especialmente una semana antes para anunciar formalmente el compromiso de nupcias pendiente. En realidad, me quedè viva despuès de eso aunq sola y con casi nada q se me diò por conservar entonces.
    Ambos nacimos en el mismo año y eramos casi casi de la misma edad mental. Nos conocimos de la manera màs comùn y corriente del mundo pero a pesar de eso a medida q el tiempo sorpresivo avanzaba me daban màs ganas de buscarlo por todas partes para confiarle intimidades y uno q otro conveniente secreto, para compartir con èl hasta lo q no tenìa al alcance de las manos... como la vida o mi mismìsimo corazòn. Cositas para ser felìz un largo rato... o ratos. Mis ganas me inquietaban, poco a poco fuì percatàndome de algo q contrariamente a lo q yo pensaba, me sorprendiò. Habìa estado cerca a mì, conectado y ademàs harto interesado en cosas similares a las q yo tuve alguna vez en mente; en sì, se habìa enamorado de mì ràpido y no sabìa q yo ya lo estaba de èl. Jamàs lo sabrà... creo.
    La separaciòn para aquel dìa de otoño fuè poco planeada, pero como todas las q he tenido, fuè tambièn para siempre. Nos reunimos temprano a libar un vino de botella pequeña e interesante aroma a vejez, a pasado, a suaves recuerdos màs o menos tètricos, a paz y con un sabor muy muy bueno q alcanzaba a hacerse distinguir por màs de mis sentidos, espoleaba el paladar. Estàbamos bien acomodados y sentados uno frente al otro apollados sobre la mesita tallada con la forma de un arco al centro q teniamos al lado de la ventada con cortinas siempre abiertas apenas caìa el sol..., nos vimos rodeados del paisaje de afuera de un momento a otro, el mismo q aunq nunca se volviò rutina ver, veìamos sin prestar mucha atenciòn desde q nos obsequiaron aquella mesita y la pusimos en donde estaba o estuvo siempre, al lado de la ventana, sin pensarlo dos veces. Y es q las rutinas me ocasionan incomodidad, me la ocasionaban cuando estabamos en ese lugar compartido tambièn. No habìa mucho en lo q pensar con respecto a aquella vista, despuès de todo las hojas q se veian eran todas las mismas a pesar de mudarse d elugar en los pisos y volar ligeramente alto a las 9 de la noche. La gente era tambièn la de siempre, casi siempre. La anciana q vendìa los cigarrillos màs baratos y los caramelos nada màs de menta en una cajita pequeña..., el perro paseando a su dueño, y lo màs clàsico q era una señora, una niña o una joven al lado de sus respectivos acompañantes. Todo sin cruzar la calle, cerca tanto de mì como de èl y de nuestras conversaciones del dìa a dìa o de las noches. Làstima q el ùnico parque pintoresco de los alrededores estaba detràs de nuestro hogar dejàndome sin la posibilidad de apreciarlo desde la ventana. No tenìa alguna estatua o monumento vìvido en honor a algùn hèroe caido o algùn artista significante, sino màs bien poseia una sola fuente al centro con cuatro àngeles Gabriel y un arcàngel con estilo singular al sonreir. Con todo y sus molestosos niños siempre por todas partes, yo lo preferia por lo verde y acogedor, por los canes sin pedigree' y las personas a las q aùn les gustaba salir a tomar el aire de cualquier otoño y disfrutar de su frescura...; les atraìa tanto todo esto como a mì tan solo cruzar por allì para regalarles segundos de admiraciòn a veces e increible atenciòn siempre a los inmensos àrboles... q sin previas presentaciones fueron buenos oidos y amigos mios durante mis años de vivencia cerca.
    Me gustaba la forma en la q nos acercàbamos al principio. Pero detestaba a màs no poder los gritos dentro de mì, y no solo por resultar estruendosos sino tambièn por ser terriblemente poderosos y acertados durante casi toda mi vida; ellos me decian la misma cosa q habia notado no hacia mucho: >>su mirada ya no es la misma y tu cara reflejada en sus ojos claros tampoco<<
    Es lògico q al comienzo no lo haya aceptado y luego no lo haya creido, pero asì era. Se le habia acabado el amor. No tengo ni la menor idea de si cada uno nace, crece, se reproduce y muere con una proporciòn de "eso" para dar o la va adquiriendo en el efìmero transcurso de la existencia, sin embargo, èl me diò indicios de q su amor por mì se terminò, habiendo tenido una cantidad especìfica o no. Si algunos sicòlogos dicen q aquel estado de estupidèz plena (el enamoramiento) es finito, ¡yo lo aseguro! Por experiencia propia porq en algùn momento d emi vida tambièn se me hizo humo el amor por alguien, o como dicen por ahì, se me acabò de tanto q lo usaba...
    Cuando el amor se transforma se vuelve un sentimiento mucho menos complejo y mucho màs fuerte, al q a nadie le ha interesado poner nombre. De repente lo sìntomas de esta otra sagrada enfermedad no sean sudoraciones, emociones y exitaciones al tope, o mariposas y bichos raros haciendo ruido y revoloteàndole a uno el vientre, o locura y ceguera..., pero es esta la q te hace terminar necesitando mucho a otro ser humano para permanecer tranquilo y contento, sintiendo cosas q aunq no escandalicen, enmudecen de pura envidia a los demàs... conociendo la felicidad o el valor de un beso real. Y yo estaba atravesando por todo eso, en otras palabras, me habia madurado el amor, rompiò el cascaròn y evolucionò. Eso era lo q yo necesitaba en respuesta y no vì... y por lo q terminè con una larga relaciòn, de lo q cual no me arrepiento. Sin lugar a dudas estas cosas me aproximaron mucho al masoquismo en alguna ocasiòn.
    Para cuando acabè de beber mi copa, ya no pensaba ni en la boda, en la supuesta boda, ni en el anuncio del compromiso. Tenia claro lo q no querìa. No querìa a alguien q me quisiera, apreciara y extrañara cuando no estè cerca, a alguien q sòlo me entienda y me dè todo lo q alcance a imaginar; lo q yo querìa era su amor, lo q eso abarcaba y aquella enfermedad evolutiva d ela q hablè... nada màs. Èl se habìa estancado en la primera etapa del cariño o la costumbre y a pesar de q el sentimiento sòlido y amoldado naturalmente por los años a mi lado lo hacia ver todo bien, todo se volviò algo de todos los dìas, cuestiòn de continuar algo porque sì... algo en lo q no se habìa detenido èl a pensar. No hasta entonces al menos.
    Estàbamos acostumbrados a estar juntos y darnos un beso antes de dormir o celebrar aniversarios nùmero 5, 6 o 7 en una tina de espuma sin olor a flores, q no solo cubria partes del cuerpo sino tambièn olvidos, defectos y los respectivos resentimientos de los respectivos quinto y sexto y sèptimo año. Con todo y los buenos recuerdos, hasta ahora me suena cruel aquello de q estabamos acostumbrados a estar juntos ¡Tanto tiempo! Tenìamos, creo, otras estradas e iban por separado sin unirnos ni a lo muy lejos. Desde la primera vez q pasè por algo asì afirmo q de haber sabido q insistiendo habria logrado algo como retroceder el tiempo o saber como hacer q un tèrmino no hiera tanto, habrìa insistido toda mi vida. Insistir en recuperar el amor q perdì no era lo mismo q solamente reforzarlo de vez en cuando.
    Asì, me consolè mirando una vez màs su inolvidable rostro y sus dientes de tàcticas respetables y personales para llevarse bien con mi piel... dentadura mucho màs poderosa q la mìa hasta en los efectos de una simple y masculina sonrisa. Me peguè del lado màs cursi del recuerdo viendo los lunares de su cuello y de sus manos cuando aùn sostenìa su copa. Entretanto, yo no podìa oìr ni entender el relato de su historia acerca de donde comprò la botella fina de vino fino porq atravesaba el momento màs triste de mis cinco vidas, vìctima d elos hilos de amor, melancolìa y desconcierto q rodeaban mis cuerdas vocales y mi cuerpo ya adormecido por una sola decisiòn.
    Nunca supe interpretar a Sàbato y la manera en la q sus frases y vocablos perfectamente colocados en una historia hablaban a travès de mis ojos. Ernesto S. decìa q al pasar por algùn tùnel durante la vida todos quieren visualizar una luz palpitante q aunq sea poca se convirtiera en grandiosa y muy grandiosa al final. Personalmente, atravesaba entonces por una gran oscuridad incluyendo otros tipos de problemas màs normales q los amorosos. En tinieblas me daba igual si estaba en un tùnel o no porq lo peor fuè pretender averiguar en cierto momento si era mi novio, sentado frente a mì hace años hablandome con sus bonitos ojos claros y su sonrisa envidiada y su amor extinguido, el ser q se volveria luz, mi inspiraciòn o motivaciòn q me hizo siempre tanto bien. Era lo grato, sentimental y hasta natural q no me hizo llorar nunca... de pena. Posiblemente no era màs un complemento o claridad desde q sentì o presentì q no tenìa dentro, para reflejar fuera, lo de antes. Hoy en dìa, lo q fuè o no fuè solo lo podrìa explicar o decir yo... llegando a conclusiones luego de periòdos sabàticos para mi corazòn ...fuè mi luz hasta q ingresè a algùn otro de mis tùneles. Lo amè mucho.
    No fuè hasta q le dejè quedarse sin palabras q hice la pregunta al final, despuès de un lapso de dudas y mera rutina al dormir, caminar, ponerme a hacer mis traducciones, trabajar, comprar, verlo venir... buscar. Ordinario. No puedo recordar bien si intentè cosas en ese periòdo antes del fonal pero como decìa al principio a veces vuelven a mì las ganas de revivir todo aquello de un amor de tanto tiempo, ...no sè bien para q servirìa sin èl cerca, nada màs q en sueños. Despuès de todo soñar es gratuito. En eso creo y en eso creìa durante aquella noche de Abril en la q tuve q abrir las ventanas de nuestro lugar de par en par para poder respirar con normalidad sin q se diera cuenta; esa era en la q volvì a estar sola en momentos importantes. Lo atesorado en años o en tan solo segundos uno lo mantiene guardado muy dentro por siempre, mucha gente lo sabe. Es como si la mente en algunas ocasiones clasificara los sucesos y los almacenara en lugares recònditos ponièndose o no de acuerdo con los diversos sentimientos de uno o con el corazòn.
    En fin, la boda q màs falta le hacìa a los demàs q a nosotros habìa estado en discusiòn durante esa reuniòn. El anuncio de compromiso era un secreto a voces a decir verdad y nuestra fecha sugerida para la boda -19 de marzo- tambièn. Las desavenencias q habìamos estado teniendo un tiempo atràs habìan sido màs leves q fuertes pero nunca presagiaron lo de ese dìa al parecer. Quizà los años pasados fueron los q le hicieron sugerir luego de hablar y hablar solo hasta casi la medianoche, miràndome, q deberìamos pensarlo mejor tal vès, refirièndose al matrimonio... Me importaba poco el matrimonio, me importaba mucho lo q ya no sentìa q recibìa.
    _No estamos del todo preparados para el paso q hemos considerado desde antes de conocermos demasiado importante en la vida, ademàs, hemos pasado por muchas cosas juntos (tratando de alcanzar mi mano derecha con el anillo regalado en el tercer aniversario), ya estamos enlazados con algo mucho màs fuerte q es el tiempo compartido_, agregò. Le preguntè si querìa terminar conmigo y respondiò q no, agregando muchas otras palabras y frases acerca d elo q sentìa por mì. No le creì porq pensè q lo conocia bien, tal vès era cierto lo q decia pero yo no atinaba a pensar en lo q èl pensaba. Lo veìa cansado, atado a lo comùn y rutinario, y no me gustaba eso... aquello se volviò una discusiòn q terminò con los dos y con lo de los dos.Y, con todas mis sospechas, con lo q no tenìa màs y parte de sus palabras latentes en mi mente, me fuì.
    Se cancelaron el compromiso, la boda y las expectativas, le devolvì casi todo lo q tenìa y èl a mì no me hizo llegar nada mìo. Me pregunto, ¿Què habrà hecho con mis velas màgicas? Recogì mis cosas con la luz del dìa siguiente cuando èl no estaba en nuestro hogar y algunas personas cercanas a mì y mi conciencia dejaron de insistir en q esas eran cosas a las q la gente llama normales* antes de casarse o comprometerse. En algùn momento èl hizo intentos pero desistiò luego de yo aceptar verle y leerle parte de esto q escribo, y decirle unas cuantas cosas màs. Desistimos de distintas maneras en realidad, a pesar del gran amor y el buen cariño.
    _Sabes poco de tì y mucho de mì... lo cual me parece injusto_, resumiò antes de salir de mi cuarto. Yo respondì callada, nada... con gestos. Despuès de lo q pasò y de q todo pasò como yo bien decidì desde el comienzo, no nos vimos màs y por lo q sè, èl aùn vive cerca al q fuè nuestro lugar (con el parque a espaldas) y està comprometidìsimo aunq no casado todavìa. Tiene tres niños q llevan su apellido, me lo dijo en algun llamado q hizo y q nunca contestè o contestarè, ni en el supuesto caso de q èl lea partes de esto q nunca le dije.
    Mucho amor por aquì. Oì por ahì una vez q cuando se nos creò eramos seres de cuatro piernas, cuatro brazos y dos cabezas pero por alguna razòn ajena a todos se nos castigò por culpa de alguno q errò. Como siempre en la historia el hombre pagando las culpas del otro hombre...; bueno, entonces cada uno de estos seres (nosotros) fuè dividido por fuerzas fuertes y no divinas en dos partes iguales, como castigo obviamente... siendo entremezclados y apartados de sus complementarias y correspondientes mitades. Bienaventurado el q pueda encontrar con muchìsima suerte o lo q sea su otra mitad y complementarse y curarse o enfermarse, y entenderse tanto como todos necesitamos, tanto como sea necesario.


  10. #70
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    Predeterminado Re: Cuentos/Narraciones y demas Historias.

    Antes que nada

    Hace poco alguien me comentó que habría un concurso de cuento, bueno, no llegué a participar. Pero luego se presentó otra oportunidad y entonces decidí que era el momento de hacer algo 'serio'. Este tal concurso no era la gran cosa, si ganaba pues no ganaba más que una memoria flash y algo de reconocimiento, mínimo, y si perdía sólo terminaba herido mi ego.

    Decidí entonces hacer algo diferente, algo único, algo que nunca antes había intentando ni visto que se intentara: Tomé una situación común y corriente y la trate de visualizar de tal manera que terminara siendo interesante, porque, no recuerdo dónde lo leí, un cuento no es simplemente la narración de un hecho interesante, requiere mucho más que eso por parte del escritor.

    En fin, después de unas horas de pensar y escribir, resultó este pequeño relato, que no sé si sea bueno o malo, mi ego me impide juzgar, pero creo que mereció mejor suerte. Me gustaría conocer la opinión de personas ajenas a mí.


    Dos completos desconocidos

    Siempre traté de disimular mi estado de ánimo con una sonrisa, una enseñanza de mi madre, me decía que una dama siempre debería verse distinguida, sonriente, hermosa, especialmente una en mi posición, que cualquier otro gesto podría dañar mi imagen y por tanto a mí, y por supuesto a ella. Yo, hija de mi madre, traté de aplicar esto a la realidad y sólo conseguí que algunas personas me vieran de forma extraña, incluyéndome a mí misma. Fue entonces que decidí tomar mis propias decisiones, por supuesto, sin que mi madre se enterase. Actuar para ella no era, en efecto, tan fastidioso.

    Fue en uno de esos arrebatos de independencia que cometí un error, se suscitó entonces un escándalo de proporciones catastróficas, para Fernanda, mi madre. Yo simplemente reí mucho un par de días al recordar lo que pasó, que, será tema para otro relato. Entonces Fernanda decidió que sus dos hijas y ella irían a vivir a una tierra muy lejana, un lugar apartado en medio del desierto, un lugar tan pequeño a comparación de nuestra ciudad natal que mi mente se vio un poco afectada al llegar, me sentí, entonces, encerrada en una cárcel sin barrotes. Por otro lado a Ángela, mi hermana, pareció gustarle mucho la idea y apenas llegamos empezó a interactuar con todo el entorno, no mucho que decir al respecto, sólo tiene doce años, no espero que me acompañe en esta pequeña cruzada de independencia que intento.

    Luego de discutir un rato con mi madre, y llorar por este amargo destino, decidí que sería mejor sobrellevar el asunto y pretender que todo es parte de un gran plan tramado por alguien más en busca de mi beneficio, y ese alguien hasta podría ser yo. Me convencí de que esta situación no era más que un paso en busca de mi ‘final feliz’. Pero, qué es mi ‘final feliz’. A veces pienso mucho en ello y lo imagino de tantas maneras que me tomaría muchos meses detallarlas todos; pero creo tener una ligera idea de lo que sería: Alguien y yo, siendo muy felices a lo largo de nuestras vidas, jóvenes para siempre y siempre alegres, o quizás simplemente yo, disfrutando de la juventud eterna y poderes ilimitados que me permitan controlar a las demás personas. Sería perfecto, haría un mundo perfecto, las cosas mejorarían tanto bajo mi control, o qué se yo, quizá sólo terminaría haciendo lo mismo que hago todos los días: pensar en el ‘cómo sería’.

    Cuando la vi ese día sentí que el universo se acababa, que todo se nublaba y no quedaba otra cosa más que ella sentada en la vereda, y yo, al otro lado de la pista, mirándola como hipnotizado, sentí que me acercaba sin hacerlo, sólo con la mirada, que pasaba por cada detalle de su rostro, de sus ojos, que rosaba ligeramente esos jeans ajustados y acomodaba su camisa blanca de tal manera que quedara perfecta para mí, mi diosa de poderes ilimitados, hazme un mortal feliz y acepta esta mi ofrenda a tu belleza. Pero mi diosa no me prestaba el menor interés, sólo miraba como un grupo de empleados descarga unos paquetes de un camión de mudanza a su, supongo, nuevo hogar, deseaba tanto que así fuera y eso me causaba una incertidumbre tal que no pude aguantar y en un arrebato de valor fui y le pregunté:

    - Hola, disculpe, ¿Usted se está mudando al vecindario? – dije con la voz más ‘amable’ que tengo. Ella me miró unos segundos como analizándome, luego, mirándome fijamente dijo.
    - Así es, cordial vecino, viviré aquí mismo – Luego de eso hubieron unos segundos de silencio en los cuales no se me ocurría que otra cosa decir para seguir la conversación, quizá preguntarle su nombre, el algo bastante común y aceptable creo yo; pero ella no era normal, digo, es tan hermosa, me conmueve; pero qué le digo para no quedar como un idiota común y corriente, y… ¿Si el hecho de que no pueda decirle nada es un indicativo de que en verdad soy un idiota común y corriente?. No, jamás, no puedo permitir eso, debo actuar ya y salir de la duda.

    Pasaban los segundos como si fueran horas y yo cada vez me ponía más tenso ahí parado mirando como los obreros descargaban las cosas, y entonces decidí que era el momento, que debía decirlo, declararle mi amor eterno e incondicional y empezar a vivir esa historia de amor de telenovela – oh, sería tan raro eso - , o simplemente preguntarle el nombre, el nombre, el nombre. ¿Cuál es tú nombre ángel sin alas?

    Cuando se me acercó aquel tipo pensé en dos cosas: La primera, en qué tan bien me hacía ver esta camisa y esa pose de niña buena sentadita ahí en la vereda como una palomita indefensa; la segunda, en quién era este tipo tan raro que desde hace buen rato me andaba mirando como quién se hace el que no entiende pero bien que sabe, que si era un conocido mío, o de alguien de la familia, quizás un primo, quizás un tío. No… este es un tipo cualquiera que seguro en cualquier momento se acerca, me saluda y me pregunta el nombre y saca un tema de conversación así de la nada. Pues veamos quién eres, sigamos tu juego, amigo de la mirada inquietante.

    Así es que luego de contestarle con cierto sarcasmo a este ‘cordial vecino’ que se acercaba a preguntar sobre mi situación, bastante obvia, porque o podría estar mudándome o ser la supervisora de mudanzas, y vamos, que no tengo pinta de supervisora de mudanzas.

    Pero ‘cordial vecino’, por qué de repente te quedas callado. Esperaba algo más de ti, vamos, pregúntame el nombre, la fecha, la hora, cualquier cosa, vamos que me aburro de ver a esos tipos sacar cosas de aquel camión tan viejo que bien podría adornar un local temático retro. ¿O esperas a qué yo diga algo? ¿Quizá piensas que soy yo la aburrida? Ya, nos sacaré de esta miseria.

    - ¿Y sabes qué hora es? – pregunté con esa voz dulce que uso cuando pido algo que me interesa, aunque no me interese, ya que me daba igual si eran las nueve de la mañana o las nueve de la noche, día terrible este.
    - Y la verdad no traigo un reloj encima y el celular lo dejé en la casa; pero yo diría que son las nueve y algo de la mañana – respondió él.
    - Ah… mira que ya está entrada la mañana y aún con este sol hace un frío terrible – dije - ¿Siempre es así por acá?
    - No, qué va, es sólo por la época, estamos en invierno – dijo.
    - Oh, que detalle, ni sabía en qué temporada estaban, es que vengo de bastante lejos sabes, allá de donde vengo sería primavera y con esta camisa que traigo puesta aún tendría calor – dije, con un doble sentido que espero haya captado.

    De repente me encontraba conversando con ella sobre algo tan trivial como el clima, y ella mencionando su camisa, y el calor, y la primavera a la que le sigue el verano. Ya, sí con esa camisa tiene calor en primavera, entonces en verano cómo vestirá, qué se pondrá, aluciné un rato y no pude más, no puedo pensar en eso, no puedo corromper su imagen con mis fantasías de película erótica. Debo concentrarme y preguntarle el nombre, debo saber al menos eso antes de que pase una catástrofe o acabe el mundo o ambos o se tenga que ir. Con valor, con fuerza, coraje, debo hacerlo.

    - ¿Y en verano cómo le haces para no tener calor? – Dios, soy el idiota más grande del mundo, confirmado. Ella me miró unos segundos y una sonrisita se esbozó en su hermoso rostro.
    - Pues me quitó la camisa, curioso vecino – dijo - ¿Qué otra cosa podría hacer?
    ¿Me pregunta a mí? Miré de reojo a mis costados. Sí, me pregunta a mí y qué decirle, cómo hacerlo, qué insinuar, qué ocultar. Podrías, podrías, bañarte toda y… otra vez esas fantasías de película erótica de adolescentes, maldición, esto debería ser más serio. ¡Oh! Diosa de los ojos color esmeralda, por qué seduces a este pobre mortal, por qué inquietas sus sentidos y lo obligas a caer en pecado.

    - No sé mucho de cómo visten las mujeres hermosas en tiempos calurosos – Y así reclamo mi lugar en el Olimpo, exijo un sitio junto a ti, dámelo, y seremos eternos, preciosa.
    Podía estallar de risa en aquel momento; pero debía mantener las formas, vamos, en el misterio está el gusto; pero este ‘cordial vecino’ sí que es un Don Juan, nada más le faltaba coronar su frase entregándome una flor o algo. Hubiese sido hasta cierto punto romántico y sucio, sucio y romántico, algo perfecto. Me pregunto en qué piensan los hombres cuando dicen tales cosas, tan llenos de confianza o desprovistos de esta. Pero me gusta vecino, me gusta tu osadía, sé que te debe ser difícil hablarme. ¿O no? Probemos y vayamos un poco más allá, veamos hasta donde podemos llegar esta mañana.
    - ¿Y yo te parezco hermosa, vecino? - pregunté confiada.
    - Como un amanecer en el campo, como una flor de primavera – dijo
    Qué galán, entre ridículo y romántico, que decisión tan difícil, qué tipo, siento que lo conozco y ni siquiera sé su nombre. Podríamos ser tan buenos amigos.
    - Pero los días anochecen, y las flores se marchitan, Don Juan, ¿Tienes algo qué decir a eso? – una justa pregunta.
    - Que están los recuerdos, y el ahora, que el futuro puede esperar y el pasado se puede borrar – dijo.
    - Somos lo que hacemos, Don Juan, por tanto, lo que hicimos, ¿no lo crees? – otra justa aclaración.
    - Somos el ahora, tú y yo, en este momento, nosotros somos lo que ahora hacemos – respondió.
    - Eres muy atrevido amigo, imagina que en este momento saliera de esa puerta – señalé la puerta de la casa – mi buen enamorado y yo le contara todo este que me dices, qué dirías entonces, cuál sería tu ‘ahora’.
    - No diría nada, puesto que eso no va pasar, señorita.

    Quizá creyó que podría intimidarme con su mirada, o su encantadora sonrisa, o su inexistente dueño, quizá creyó que de repente el miedo me vencería. Pero, Diosa, el hombre es un temible ser, capaz de las peores acciones y de las mejores. Al sentir tus palabras, al ver tus labios pronunciarlas, al ver tus ojos, he escuchado el latir de tu corazón cada vez más rápido, he sentido su palpitar y he detectado tu mentira, no existe ese alguien más, puesto que vienes de un lugar tan lejano que el invierno es primavera, de un lugar tan grande que los seres de mi ciudad te parecen pequeños juguetes, de ese Olimpo en el que reinas como una diosa inmortal, que debe ser mía, ahora.

    Entonces me levante ya que el momento lo ameritaba, ya que su confiada sonrisa y sus gestos exigían de mí un mayor despliegue de mi poder sobre los hombres.
    Entonces ella se levantó y el sol a su espalda dibujada su figura, el viento soplaba moviendo su cabello a un suave compás, el aire se calentaba y en fin, era como si manipulara todos los elementos, como si me enseñara todo su poder.

    - Pequeño pueblerino, ¿Crees saber quién soy? – dijo la Diosa.
    - No
    - ¿Crees que puedes aparecer de repente y hablarme de esa manera así nada más? – dijo.
    - Sí – dije, mientras la tomaba entre mis brazos, sosteniendo fuertemente su cintura de tal manera que sintiera mi poder humano, la fuerza del hombre.
    - ¿Te crees tan audaz como para tocarme? – dijo, mientras con su mano derecha me plantó una cachetada que ni siquiera sentí.
    - Sí y puedo hacer mucho más – y la presioné más contra mí. Sentía que mis brazos ardían, que mi pecho hervía, como si abrazará al mismo sol.
    - Completo desconocido, insolente…
    - Me llamo Alejandro – interrumpí.

    Alejandro, como el gran conquistador. ¡Ha ha! Comencé a reír, como nunca lo había hecho, y es que era tan gracioso verlo ahí, sentirlo sujetándome con fuerza como si de atrapar una fiera se tratara, Alejandro el gran conquistador, tan feroz, tan valiente, creo que tu jornada merece un premio. ¿Lo quieres?

    - Me llamo Karen – dije.
    - ¿Qué momento tan vergonzoso no? – preguntó.
    - Ni tanto, he pasado peores y si te portas bien, te los podría contar luego – dije.
    - Sería imposible portarme bien contigo al lado.
    - Entonces pórtate mal, no importa.
    - ¿Quieres que me porte mal ahora?
    - Sí

    La besé como jamás hubiera besado a nadie y es que, en verdad, nunca antes había besado a nadie, acaricié sus labios con los míos, suave y lentamente, la sentí temblar brevemente, estremecerse, la sentí caer, y la sostuve más fuerte con mis brazos, mientras seguía acariciando sus labios, por supuesto, cerré los ojos. Y cuando terminé ella estaba ahí parada, luego se sentó mirando hacia la nada, y yo como en un principio, sin nada que decir.

    Me pregunto en qué pensaría aquel desconocido ‘cordial vecino’ mientras me aprisionaba contra él y me besaba de esa manera tan titubeante, ¿En qué piensas Don Juan? ¿En lo fácil que resultó arrancarme un beso? ¿En lo sencillísimo que salió, así nada más? No, no conmigo.

    Pero sentí entonces en sus labios mi final feliz, sentí el poder de cambiar el mundo, el poder sobre él. Oh conquistador de labios húmedos, al besarme no sólo te haces feliz, no sólo es tu gran instante de alegría. Fue entonces, en ese breve instante que parecieron mil años con sus días y sus noches, fue en ese largo suspiro del tiempo, que arranqué un poco de tu alma, porque esta osadía, no te sería gratis. Eres mío.

    ¿Y qué haría yo contigo? ¿A dónde iría a parar todo esto? Qué gran duda, tan grande como el universo, incomprensible para mí, traté entonces de entenderlo todo y no pude, y me sentí caer, me sentí desfallecer, me sentí entre ensueños casi dormir; pero algo me sostenía, oh cierto, aún estás ahí, ya suéltame – me aparté -. Déjame pensar qué hacer contigo – me senté en la vereda, viéndome, viendo al vacío-. Porque ahora somos eternos y ni el futuro ni el pasado existen.

    FIN
    Bleu
    Bueno ya que estamos con esto de las redes sociales, ahí va mi tumblr:
    http://bleudchanel.tumblr.com/

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